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Consejos técnicos Petzl |
«Una dieta sana es un factor más de la receta de la longevidad, que también incluye disponer de un círculo de amigos, sentir que tienes un propósito en la vida, vivir en un entorno que te mantiene en constante movimiento y cultivar rituales cotidianos que mitiguen el estrés» (National Geographic, enero 2020).
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Centro |
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Cataluña |
Estabas resfriado, tenías fiebre. Décimas. Una mano entrañable se posaba en tu frente y escuchabas las palabras mágicas: «Hoy no vas al colegio». Tu hermano, vestido, repeinado y con la corbata puesta -aquellas odiosas corbatas con el nudo hecho y un elástico en torno al cuello-, te miraba con envidia mientras cogía la cartera y se iba camino del colegio. No podías levantarte, ni salir a la calle, ni corretear jugando por casa. Pero en tu cuarto, junto a la cama, había un armario lleno hasta arriba de libros, pues el día de la primera comunión tu madre había pedido a los amigos y la familia que no te regalasen más que eso: libros.
De ese modo, entre los ocho y los nueve años habías reunido ya una primera y aceptable biblioteca propia: Quintin Durward, Ivanhoe, El talismán, Un capitán de quince años, Robinson Crusoe, Dick Turpin, Canción de Navidad, Los apuros de Guillermo, Con el corazón y la espada, Cuentos de hadas escandinavos, Hombrecitos, La isla del tesoro, Moby Dick, Cinco semanas en globo, Corazón, La vuelta al mundo de dos pilletes...
Había medio centenar, sobre todo de aquellas estupendas Colección Historias y Cadete Juvenil, y a eso había que añadir los tebeos que cada domingo comprabas con tu pequeña asignación semanal: historietas de personajes que todavía hoy, cuando los encuentras por ahí, regalas a tu compadre Javier Marías, que compartió los mismos territorios: Dumbo, TBO, Hazañas Bélicas, El Jabato, El capitán Trueno, Pumby, Hopalong Cassidy, El Llanero Solitario, Gene Autry, Roy Rogers, Red Ryder, Supermán... De tanto leerlos tú y tus amigos se rompían, así que tus padres los hacían encuadernar en gruesos volúmenes, para que durasen más. Y toda aquella deliciosa biblioteca, esos libros y tebeos que eran puertas a mundos maravillosos, a viajes, aventuras y sueños, te rodeaban en la cama, hasta el punto de que recuerdas perfectamente tus piernecillas aprisionadas por la presión que todos esos libros, a uno y otro lado, ejercían sobre la colcha.
Era la felicidad, como digo. Páginas y páginas. Un termómetro bajo la axila, que se caía al hojear los libros.
La tarea de escribir, de deambular, de merodear y de permanecer entre palabras que buscamos y nos buscan es una extraordinaria manera de amar la lectura. Así como hay textos que sencillamente despiertan nuestro interés de escribir, escribir es un modo extraordinario de alentar la curiosidad, incluso la necesidad de leer. También a mano, desde la infancia, en los primeros titubeos de relación con las palabras, con la palabra, en la primera juventud, ha de estimularse la escritura, este modo de ser lector de un libro aún no escrito. Quizá en eso consista un escritor, en ser eseinaugural lector. Como leer es asimismo reescribir, esto es, ser el más reciente autor.
"Dice Montoro que ha llegado el momento de bajar los impuestos a todos los españoles. Estos políticos que nos gestionan piensan que somos cortos de entendederas, que con un gesto de este tipo vamos a ir cantando a votar(les) en unos meses. Nos suben los impuestos hasta 20, nos los bajan 2 y ya tenemos que andar dando gracias: como si la subida no hubiera sido de 18. Pero es que además quién puede olvidar estos años de ignominia: más impuestos (a las clases bajas y medias, no a los ricos, claro, a los que se les ha hecho incluso una amnistía fiscal) y menos, muchos menos servicios; recortes bestiales en educación, sanidad, servicios sociales, bibliotecas... dejando lo público para el arrastre y permitiendo que se forren con las privatizaciones los amiguetes de siempre; reformas legislativas alucinantes como la laboral; leyes trágala como la Wert; vuelta al pasado misógino y retrógrado como en el asunto de la ley del aborto (Gallardón, ese que era el molón de la derecha); crecimiento bestial de la deuda del estado (oye, de eso no hablan nada); leyes contra la libertad de manifestación y de expresión, desmesurada violencia policial; crecimiento de la pobreza (32% de los niños que hay en España), desahucios... eso sí, salvar a bancos sin que eso revierta en hacerlos públicos; joder hasta casi asfixiar a la cultura y la gente que vivimos de esto... podría seguir y no parar durante horas.
Y al mismo tiempo nos encontramos con un gobierno corrupto y un partido que, demostrado por el juez, hace reformas de su sede con pagos en B, un partido en el que los sobres con dinero negro han corrido por manos y bolsillos de dirigentes durante años y cuyo tesorero (durante 20 años) tiene millones de euros en Suiza. Cada vez que oigo la publicidad del gobierno (este gobierno pordiós) diciendo que Hacienda somos todos y que con nuestros impuestos se pagan las escuelas me entran ganas de quemar algo.
Y cómo va la gobernanza del país, oiga. Lo de Cataluña bien, sí. Y lo de la monarquía y la consulta y lo de reformar la Constitución ya tal. Por poner un par de ejemplos.
Visto lo visto cualquier idiota puede gobernar un país.
Pero eso sí, se acercan las elecciones y Montoro dice que hay que bajar impuestos a todos los españoles.
Montoro, eres muy grande machote. Qué ideaza."
Los “homo sapiens” somos una especie tremenda, probablemente nuestros antepasados se comieron a otros seres humanos, los de “Neandertal”, del mismo modo que ahora nos comemos cerdos, vacas, ovejas y demás. Por esta parte no solemos comer perros ni gatos, todo es ponerse, y quien tenga a mano a alguno de estos mamíferos, si tiene un momento de atención, comprenderá que, aunque no hablen, tienen pensamiento.
Una vaca es un animal espléndido, cuesta creer que alguien que se detenga a contemplarla no se admire ante esa manifestación de la vida, pero las criamos para explotarlas y matarlas. Somos los descendientes de los cazadores y sabemos cómo matar. No sabría opinar ahora sobre el trato que le damos los humanos, concretamente en la cultura occidental, a los animales. Implica demasiadas cuestiones para dar una respuesta simple, pero el debate está abierto. Al menos en otras sociedades donde no se alardea del maltrato animal ni se hace de ello patrimonio nacional.
Nuestra especie explota a otros animales pero, en el reparto de roles en la especie, también la mujer fue y es utilizada y explotada como un recurso más. El monoteísmo semita le dio forma cultural a esa explotación y las tres religiones monoteístas ordenaron la sociedad y la cultura para que la mujer fuese relegada a ser un recurso y una propiedad del varón.La corrección a ese rol es el feminismo, probablemente la transformación cultural más radical en la historia de la humanidad. El feminismo simplemente dice que la mujer es un espécimen de la especie humana, no una res. No un animal para estabular, para ser explotado en los trabajos por el varón y para dedicar a la producción de crías.
Esa esclavitud al varón la vemos de forma brutal en algunas formas de prostitución vigentes y, en la práctica, toleradas, mujeres secuestradas y encerradas como reses para el desahogo masculino en verdaderos puestos de inseminación. Y, aunque más velado, la vemos también en las formas más sectarias del islamismo, del judaísmo y el cristianismo.
Pero el avance del humanismo occidental ha ido humanizando también algo al cristianismo, especialmente el catolicismo, aunque dentro se parapeten sectas que continúan defendiendo esa concepción de la mujer no como un ser humano autónomo, sino como una propiedad de otros. Esas sectas integristas están legislando en este momento en el reino de España a través de este Gobierno, que no para de reconstruir por decreto un franquismo que regresa a nuestras vidas. No dialoga, no pacta y reprime la libertad de expresión porque no es un Gobierno democrático, es sectario.
Hasta finales de los años setenta, una mujer no podía abrir una cuenta corriente, cerrar un contrato o salir de España sin autorización de un varón, ésa es su España. Pero, a pesar de aquellos franquistas y de estos, las cosas fueron cambiando. Con sus graves problemas y limitaciones, esta sociedad es otra y, para la moral social actual, la mujer es un ser humano completo y autónomo con toda su dignidad. Para nosotros hoy una mujer es dueña de su cuerpo y no, como quiere este Gobierno, propiedad de un Estado autoritario y ultracatólico.
El aborto y sus dilemas es un asunto complejo, pero la legislación actual se adecúa bastante, tanto a los problemas de las mujeres españolas como a lo que piensa y siente la ciudadanía. Este ministro oscurantista está legislando conscientemente contra las personas que existen en nombre de la ideología.
Un ministro que no duda en despedir a una trabajadora por estar embarazada se atreve a impedir a mujeres que trabajan controlar su propio cuerpo pero que, si quedan embarazadas, perderán su medio de vida. ¿Y alimentará el Estado a esas mujeres y a los hijos que tengan? Cómo se atreve, cómo no le da vergüenza. Porque no la tiene. ¿Tiene al menos él un modelo de vida acorde con la moral que predica el Opus Dei? Puro cinismo y cálculo político de un Gobierno absolutamente inmoral.
Puede ser legítimo que una persona decida someterse y entregarse a otra hasta el extremo de permitirle disponer de su cuerpo, puede ser. Pero ustedes no tienen derecho a disponer del cuerpo de las mujeres a su antojo. Ellas tienen el derecho de ser libres y no duden de que recordarán sus nombres y apellidos, los de quienes les quitan su dignidad y su libertad. Ustedes serán recordados, pasarán a la historia por muchas cosas, por eso también.