José María Guelbenzu
Artículo publicado en Heraldo de Aragón el 15 de marzo de 2007 y premaido en noviembre de 2007 con el VIII Premio Periodístico sobre Lectura convocado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez
Hubo una vez una novela que fue el primer libro inolvidable que un niño leyó. La vida de un libro depende del lector. Cada vez que alguien lo abre, empieza a respirar. Cuando lo abre un niño, el encuentro es una especie de nacimiento personal para él, es el comienzo de una aventura semejante a la aventura de la vida. Lo devora con curiosidad y emoción y su imaginación se desata. Es el comienzo de una relación que muy probablemente lo acompañará de por vida. Es también un espejo que a menudo le devolverá su imagen cambiante a lo largo del camino.
miércoles, 30 de enero de 2008
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